Rodríguez-Gómez, J. H.
7 Rev. Salud. Amaz. Bienestar. 1(2): e399; (jul-dic, 2022). e-ISSN: 2810-8841
dengue se recuperan sin requerir hospitalización, otros pueden progresar a una fase crítica y enfermedad
grave. La evaluación clínica de los casos de dengue incluye la búsqueda o identificación oportuna de signos
de alarma que ayuden a identificar al grupo que probablemente podría desarrollar enfermedad grave (3;
5).
El 27,5% presentó bradicardia durante la convalecencia, que no ameritó tratamiento.
La ecografía es una técnica de imágenes para estudiar las causas del dolor abdominal y los procesos febriles
agudos, sobre todo de origen viral. Permite valorar con alto grado de certeza los hallazgos relacionados con
el dengue: ascitis, derrame pleural y pericárdico, edema o engrosamiento de la pared de la vesícula biliar,
hepatoesplenomegalia y, además, excluir posibles diagnósticos diferenciales (12). El engrosamiento difuso
de la pared vesicular fue el hallazgo más frecuente, y constituye lo más común en el dengue (13; 14), pero
inespecífico, pues es identificable también en otras infecciones como virales, leptospirosis, y patologías
como colecistitis, cirrosis e hipertensión portal, entre otras (12).
El derrame ascítico y pleural se relaciona con el proceso fisiopatológico de una poliserositis; y puede estar
correlacionado con la gravedad de la enfermedad cuando se presentan en un mismo paciente (13; 15).
En este trabajo se identificó al dolor abdominal continuo e intenso, sangrado externo y los vómitos
persistentes como signos de alarma de mayor frecuencia. Hay reportes que mencionan a los signos de
alarma señalados como factores de riesgo para el dengue grave (6; 11). El dolor abdominal estaría
relacionado con la extravasación plasmática; producto del líquido extravasado que alcanza las zonas
pararrenales y perirrenales e irritaría los plexos nerviosos presentes en la región retroperitoneal alta (11).
El sangrado externo no demandó tratamiento especializado.
En este estudio, la presencia de comorbilidad no constituyó factores asociados agravantes al dengue y el
tratamiento realizado fue el requerido. Las gestantes fueron manejadas según lo establecido en las guías
clínicas vigentes (8) y no presentaron complicaciones.
La estancia hospitalaria fue relativamente corta, lo que indicaría el manejo adecuado de los pacientes con
dengue.
Durante la evolución se escogieron como variables de monitoreo al hematocrito para el manejo de los
líquidos (a todos se les administró cloruro de sodio al 0,9% en AD por VEV, según protocolo). El
hematocrito inicial promedio fue 43,01 ± 5,67% y el hematocrito después de la reposición de líquidos a las
24 horas fue de 36,61 ± 4,00%. Al aplicar la fórmula de la hemoconcentración = [(hematocrito encontrado
– hematocrito básico / hematocrito básico) x 100] el resultado es 17,48%, que se ubica en el límite superior
de una hemoconcentración moderada.
Este estudio sugiere una fuerte correlación entre la intensidad de la hemoconcentración y la severidad del
dengue (16), manifestados por los signos de alarma y los hallazgos ecográficos.
Las variables de monitoreo, recuento de plaquetas y hemoglobina no modificaron la evolución ni el
tratamiento. La otra variable, diuresis fue evaluada a las 24 horas post administración de líquidos, según el
protocolo y fue de 1 998 ± 1,03 ml.
5. CONCLUSIONES
El promedio de edad fue 30,2 años (DS ± 13,6). La mayoría procedieron del área urbana (92,9%). Hubo
predominio del sexo masculino, 60 casos (58,8%). El grado de instrucción más frecuente fue la secundaria
(54,9%). El 68,63% se automedicaron con fármacos no recomendados. El 21,6% de casos acudió al hospital
2 o más veces antes de ser hospitalizados.